I Festival NAK: emerger desde lo local

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Se han metido en una difícil partitura. Apasionante, pero compleja. Componer un festival de música contemporánea, articular cuatro días de actividades entorno a un lenguaje de expresión artística que, ni de lejos, llega de momento al gran público. Hacerlo en una ciudad pequeña (eso sí, heredera del atrevimiento de los “Encuentros de Pamplona 1972”, uno de los festivales de vanguardia internacional más significativos de los celebrados en nuestro país), con muy pocos recursos económicos, pero unas señas de identidad claras y un modelo colaborativo basado en el compromiso.

Así arrancó el día 9 de septiembre NAK 2015, el I Festival de Música Contemporánea de Navarra, un evento motivado por la necesidad de promover iniciativas que permitan el estreno y difusión de obras de música contemporánea, y de apoyar a jóvenes compositores e intérpretes. El componente innovador es inherente a esta propuesta. Por eso, de las 27 obras que se interpretaban a lo largo de estos días, 15 eran estrenos absolutos. Una rareza.

Insuflando aire a este festival está el Centro de Música Contemporánea Garaikideak, un colectivo cultural de carácter privado y sin ánimo de lucro, creado en Pamplona en el 2010 y del que forman parte músicos de Navarra, Aragón, Euskadi y La Rioja. Tres de sus componentes (arropados, eso sí, por muchos más) son estos días los responsables de marcar el tempo de una batería de conciertos, conferencias, encuentros y talleres que son la expresión final de un profundo análisis sobre el proceso creativo, tanto desde un punto de vista teórico como estético.

Abordamos a Yolanda Campos Bergua, Patxi Damián Rodríguez e Ignacio Fernández Galindo, compositores y autores de algunas de las obras de estreno, entre pruebas, ensayos y nervios. Aunque con proyecciones profesionales bien distintas, hablan un mismo idioma a la hora de entender la música de nueva creación y de cómo debería acercarse a un público poco familiarizado. El escenario que ocupa un increíble piano Steinway Gran Cola de 1920, protagonista del concierto inaugural, parece un buen lugar para charlar un rato con ellos.

 

Sul Ponticello: ¿Cuáles serían las señas de identidad de NAK? ¿Qué es lo que os diferencia respecto a otros festivales de música contemporánea a nivel nacional?

Ignacio Fernández: Este festival surge como una evolución del colectivo de creación del que nace y forma parte, el Centro de Música Contemporánea GARAIKIDEAK, de Pamplona. Así que sus señas de identidad son nuestras bases fundacionales. Básicamente, impulsar iniciativas que permitan el estreno de obras de nueva creación a través de conciertos, establecer vínculos con compositores consagrados y de proyección internacional, dar visibilidad al talento local apoyando a compositores e intérpretes de nuestro entorno, y promover la participación de los ciudadanos apostando por su formación como espectadores críticos. Y un aspecto muy importante es que se basa en un modelo de cooperación entre organismos culturales, educativos, de mecenazgo y administraciones públicas.

Nos gustaría convertirnos, año tras año, en un punto de encuentro entre creadores y público, en el que confluyan música, creación, pensamiento estético y aprendizaje, sin perder de vista una perspectiva didáctica, que para nosotros es irrenunciable.

Sul Ponticello: La música contemporánea plantea el problema de la delimitación del propio término, que es complejo y ambiguo. ¿Dónde se sitúa NAK respecto a este debate terminológico?

Ignacio Fernández: Si sólo se atiende a la falta de definición del término, justificada sólo con un criterio temporal, se puede caer en el error de aceptar que toda la música actual, creada hoy, es contemporánea y esta afirmación es equívoca. En este caso, coetáneo y contemporáneo dejan de ser sinónimos, puesto que contemporáneo clasifica un estilo musical dado en un tiempo (siglo XX y XXI) y una estética particular. A su vez, no toda la música actual es contemporánea y, además, esta música se queda fuera, sin pretenderlo, de los circuitos de difusión cultural masiva. Es un producto cultural orientado a un mercado reducido, no al entretenimiento.

Nos interesa siempre el debate, pero si está bien planteado el problema. Preferimos hablar, siguiendo el criterio del musicólogo Marcos Andrés Vierge, de música de nueva creación, con una estética de vanguardia, alejada del historicismo. Ese ha sido el criterio en la programación y en la elección de repertorios dentro de los conjuntos. Defendemos el presente, con un sentido proléptico, dirigido hacia el futuro.

Sul Ponticello: El programa intercala conferencias de expertos, como la del musicólogo Marcos Andrés Vierge que mencionáis, compositores como Joseba Torre Alonso y Juanjo Eslava, con conciertos de agrupaciones de referencia como la Orquesta Sinfónica de Navarra, Coral de Cámara de Navarra y otras más atípicas como Pamplona Brass Quartet. ¿Qué ideas comunes comparten?

Patxi Damián: Tanto las agrupaciones como las personalidades de reconocido prestigio que han participado han demostrado con su presencia en el festival una apuesta clara por hacer llegar la música contemporánea o de nueva creación al público, estrechando lazos para hacerlo posible. Se han arriesgado hasta tal punto, que todas las formaciones incluyen obras de estreno en sus repertorios.

Sul Ponticello: ¿Qué aporta un festival de estas características a los jóvenes compositores?

Patxi Damián: Sobre todo, la posibilidad de ver interpretadas sus obras por formaciones profesionales ante un público, poder difundir sus propios trabajos. La colaboración con estas agrupaciones es una oportunidad de aprendizaje y profesionalización muy importante. Es, también, una ventana abierta para hacerse un hueco con su trabajo en este ámbito de la música, porque en el festival encuentran un espacio de confluencia entre intérpretes, críticos, autores y público.

Sul Ponticello: Trabajar desde el terreno teórico permite valorar la coherencia y las posibilidades de los distintos sistemas musicales, lo que a su vez hace posible generar el debate estético. ¿En qué coordenadas de reflexión se sitúa el trabajo del Centro de Música Contemporánea Garaikideak, organizador del festival?

Ignacio Fernández: Lo nuevo como marca, lo renovado como producto deseable… En la sociedad de consumo, los valores simbólicos añadidos a una obra son tan importantes como su existencia. El estímulo real es sustituido por un estímulo condicionado, que produce el mismo tipo de respuesta esperada. Ante la miríada de impactos recibidos, es difícil mantener un mínimo de aliento para la reflexión crítica.

En el documental Silencio, tiempo, memoria (Juan Zapater, 2011), el compositor Agustín González Acilu expone que la gran suerte de su generación fue que se encontraron en la confluencia de la tradición clásica y de la renovación de las vanguardias, y fueron capaces de absorber las dos para crear un lenguaje propio y personal. La coherencia de González Acilu con su discurso creativo, pleno e independiente, nos ayuda a entender cuál es el verdadero valor de la libertad. Como él dice, el objetivo es crear con la música algo que sea más significativo que el silencio. Nada más y nada menos.

Desde GARAIKIDEAK entendemos que la reflexión y el debate están indisolublemente unidos al hecho creativo y esa independencia y carga teórica es lo que nos define como grupo de trabajo. Los conciertos, igualmente importantes, son la parte final del proceso.

Sul Ponticello: El distanciamiento del público mayoritario con respecto a la música de vanguardia es una realidad que no parece tener una solución sencilla. ¿Qué objetivos tiene este festival en cuanto al acercamiento de propuestas contemporáneas? ¿Vais a emprender alguna línea de acción dentro del marco del festival?

Yolanda Campos: Gran parte de esta problemática se basa en la ausencia de comunicación de los creadores con el público, y en la pérdida de referentes auditivos que supusieron las vanguardias musicales del siglo XX. Parte de la solución pasaría por proporcionar al oyente unos parámetros que le sirvan de orientación y de guía para la escucha. Tenemos que ser capaces de mostrarles lo que hacemos, de una manera cercana, nunca con un propósito aleccionador. Y en esta línea hemos planteado  un componente didáctico, que va a tener mucha importancia dentro del marco del festival. Hemos elaborado un programa de puertas abiertas con conferencias, mesas redondas y  talleres donde la interactuación con el público va a ser la norma, no la excepción.

De la misma manera, la solución también pasa por pedirles una predisposición hacia una escucha más receptiva, que estén abiertos a las sensaciones que puede provocarles las músicas de nueva creación, algo en lo que vamos a insistir mucho.

Sul Ponticello: ¿Subvencionado o no? ¿Habéis logrado apoyo institucional? ¿En qué esquema de viabilidad os gustaría moveros?

Yolanda Campos: NAK ha nacido en un clima de gran inestabilidad económica y política y, de alguna manera, eso ha acentuado la problemática ya existente. El festival ha salido adelante con muy pocos recursos económicos por parte de las instituciones, por lo que se promovieron otras vías alternativas de financiación como el micromecenazgo. En cualquier caso,  y gracias a la  implicación y el compromiso adquirido por todos los participantes y colaboradores, la iniciativa ha salido adelante, lo que significa que este festival supone un reto sumamente atractivo para formaciones y agentes culturales. Y certifica que los creadores siempre van por delante de las instituciones, en el sentido de que la creación es algo inherente al ser humano, también en tiempos de crisis.

Los cambios hay que promoverlos desde dentro de los organismos culturales. Nosotros no debemos dejar de crear, sino seguir trabajando en la misma línea. Si no llega apoyo por parte de las instituciones, está claro que habrá que buscar vías alternativas de financiación. Quizás el modelo ideal sería una combinación de ambas cosas: financiación tanto pública como privada, de manera que esta complemente, pero nunca sustituya el servicio público. La inversión de un gobierno en su cultura y educación es fundamental para su desarrollo.

Sul Ponticello: Aspiráis a que NAK se convierta en un evento de carácter anual y con proyección internacional, a pesar de desarrollarse en una pequeña ciudad como Pamplona. ¿Qué objetivos os planteáis a largo plazo?

Yolanda Campos: De cara a futuras ediciones, nos gustaría convertirnos en un punto de encuentro de referencia dentro de los circuitos de música contemporánea que tienen lugar en el ámbito estatal, ampliando miras, pero siempre sin perder una de nuestras principales señas de identidad: seguir trabajando con agrupaciones e intérpretes locales, de manera que NAK suponga un escaparate y una oportunidad para los artistas de la tierra, tanto los consagrados como las generaciones venideras.

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